Todo edificio puede funcionar con su licencia inicial mientras el mismo no sufra modificaciones relevantes. Los edificios terciarios son edificios vivos, es decir suelen sufrir continuas modificaciones bien por cambios de inquilinos bien por nuevas necesidades de los mismos. Cualquier modificación implica que ésta se tenga que adaptar a la normativa vigente en el momento de la actuación. El problema surge si es considerada suficientemente relevante como para que se exija la adecuación de alguna instalación del edificio completo o en el peor de los casos de todas las instalaciones.
Las instalaciones que más suelen ser afectadas son:
Evacuaciones y sectorizaciones: aunque no sean realmente una instalación, es parte muy importante de las licencias de actividad.
PCI: No suele requerir cambios fuera del ámbito de la actuación, salvo en casos de ampliaciones, que podrían requerir desde una nueva acometida o incluso un depósito.
Instalación eléctrica: Sobre todo, en edificios relativamente antiguos, que mantienen cableado no libre de halones, puede llegar a ser necesario el cambio de todo el cableado. Incluso, en casos muy puntuales, puede ser necesario actuar sobre cuadros, CTs y grupos, suponiendo costes muy importantes.
Climatización: Aunque ya no debería existir ningún edificio con gases con CFCs, puede que en algún edificio antiguo se pueda encontrar. No obstante, tanto la capacidad de las máquinas, como el estado de los conductos pueden ser afectados por las reformas.
Por todo esto es fundamental conocer el estado y capacidad de adaptación de las instalaciones de los edificios para no tener sorpresas económicas que hagan inviables las modificaciones o ampliaciones previstas.